Hoy contamos con una colaboración especial – es el primero de algunos artículos que Ale ha escrito, especialmente para Recetas Mexicanas, sobre México – sus ciudades, sus lugares tan particulares, su gente, sus costumbres y su comida tan típica y tradicional.
Ale Arreola Gil es una joven residente de Guadalajara, Jalisco, México. Periódicamente nos estará compartiendo sus experiencias y vivencias de su país. Puedes encontrar más información sobre Ale en este enlace:
https://recetasmexicanas.org/index.php/el-rincon-de-ale
Cuando se es mexicano, se crece escuchando acerca de lugares “típicos” de nuestro país, los cuales vale la pena conocer a la menor oportunidad. Probablemente a algunos de ellos nuestros padres nos llevaron de pequeños y ni siquiera los recordamos, o hemos optado por hacer visitas repetidas a destinos de playa u otros sitios. Para mí, uno de esos lugares por conocer era Xochimilco. En la infancia veía en películas un lugar donde la gente se transportaba sólo a través de pequeños botes, la mayoría de ellos con arcos montados llenos de flores alrededor de un nombre de mujer. Me llamaba la atención la vegetación y esas aguas que parecían tan apacibles. Tuvieron que pasar muchos años y varios viajes previos a la Ciudad de México hasta que tuve la oportunidad de ir a Xochimilco. La primera ocasión lo hice en carro y aproveché para visitar un museo que hasta la fecha es uno de mis favoritos: el Dolores Olmedo. La mujer que le dio su nombre a ese recinto, fue una importante empresaria en un medio de hombres, que amó Xochimilco y a manera de herencia para su país, abrió las puertas de su casa al público para conocer su valiosa colección de arte de Diego Rivera (y algo de Frida Kahlo), sus perros xoloitzcuiltli, múltiples jardines, fotografías, grabados, etc. en un ambiente sumamente bien cuidado.
Luego de visitar el museo, otra aventura: el mercado. A orillas de uno de los tantos embarcaderos de la zona, se puede caminar por los pasillos cargados de olores a comida mexicana. Opté por probar algo nuevo a mi paladar y que no fuera tan fácil conseguir en otro lado, por lo que pedí un mixiote de conejo. Un gran descubrimiento, debo decir, el abrir ese pequeño bulto de papel aluminio que dejó escapar un agradable aroma de carne con adobo y los nopales más exquisitos que he probado. Honestamente dejé pronto de pensar en que era un tierno conejito lo que estaba degustando, pues esas mezclas de sabores bien merecieron desconectarme de la idea para sólo disfrutar.
Por supuesto, luego vino la experiencia que no puede faltar en Xochimilco: subir a una de las tantas trajineras que ofrecen sus servicios de acuerdo a la cantidad de horas por contratar y al número de personas que se quieran subir. Mucho ha cambiado ya. Las flores naturales que vestían los coloridos botes, fueron sustituidas por otras de papel maché y los paseos son toda una industria entre el turismo y los locales. A lo largo de los canales se acercan a las trajineras otros botes que llevan mujeres torteando y preparando quesadillas al momento, manzanas cubiertas de caramelo, múltiples bebidas (por si no llevas las propias) y hasta mariachis completos y dispuestos a subirse contigo por el pago de algunas canciones. De paso se pueden conocer viveros de las orillas o hasta un curioso punto en donde reposan un puñado de muñecas abandonadas que cuelgan de los árboles.
Mi mejor recomendación para tomar un paseo así es desde el embarcadero del parque Cuemanco, en el cual hay que pagar una cuota (para la protección y cuidados de la reserva ecológica), y que es lo más parecido a aquello que veía yo en las películas de antaño. Sin embargo, no descarto vivir la aventura de los otros canales, en donde puedes hasta toparte con un “embotellamiento” de trajineras que te puede atrapar por algunas horas (no tan agradable si se queda lejos de una orilla donde haya un sanitario público).
Xochimilco es un lugar que después de vivir una vez, invita a regresar. Es muy probable que en cada ocasión te sorprendas con un nuevo sabor, un contraste, un vistazo lejano a los volcanes o toda su mezcla de colores y tradición.
Por: Ale Arreola
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Más datos sobre lo tratado en este artículo:
www.museodoloresolmedo.org.mx y
http://www.mexicocity.gob.mx/detalle.php?id_pat=4459