Recetas Mexicanas

Dulces de Puebla

La región de Puebla y sus dulces

 

 

 

En las cocinas de los conventos poblanos nacieron, en la época colonial, muchos de los postres que se consumen en la actualidad.

Sin duda la mejor forma de definir el rico y variado festín de golosinas que se elaboran en Puebla, México, es con la frase «inspiración angelical».

Confeccionados con productos frescos y naturales, la mayoría de los dulces poblanos nació en las cocinas de los conventos, donde las monjitas, entre cantos y plegarias, dieron vida a bocadillos como el jamoncillo, los turrones de bizcocho y almendras, los dulces de leche o el popular camote de Santa Clara, entre muchos otros.

Según dice una leyenda, el dulce de camote nació gracias a una novicia alegre y juguetona que propuso el bocadillo para molestar a las demás monjitas de su congregación.

Un alto jerarca de la Iglesia iba a visitar el convento y la madre superiora quería agasajarlo con una comida y un postre especial.
En ese entonces, la mayoría de los conventos eran muy pobres y es sabido que las familias adineradas les obsequiaban alimentos para el sustento de las monjas. El camote era un ingrediente muy barato, que consumían las religiosas mañana, tarde y noche.

La propuesta de la novicia juguetona sonó como una ironía. ¡Cómo darle camote al invitado especial!, pero su idea no fue del todo descabellada. Tenían mucho camote en la despensa, y al distinguido visitante le encantó el postre. Lo demás es historia…

El dulce de camote es hoy día uno de los más populares. Al principio se servía como un postre de platón, pero luego adquirió forma de rulito y en la actualidad se consiguen en pequeños envoltorios de papel encerado, con diferentes colores y sabores y hasta nombres escritos.

Así como los camotes, de los conventos también salieron platillos como las torrejas, los huevos reales, los polvorones de naranja, el rompope, las alegrías, los rompemuelas, las charamuscas y las frutas cristalizadas. Todos éstos delicias al paladar y muestras, además, de la capacidad artesanal que tiene el mexicano para transformar frutas naturales en verdaderos manjares.

 

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