México es un país con miles de kilómetros de costas que se asoman a los dos grandes océanos: el Pacífico y el Atlántico. Por esa razón no es de sorprenderse que el pescado y los mariscos sean protagonistas en las recetas de cocina mexicanas.
El camarón se captura tanto en el mar como en los salitrosos lagos costeros de la zona de Mazatlán. Se prepara “para pelar”, simplemente cocido, o se seca y se guisa al mojo de ajo.
En Jalisco los hacen “a la diabla”, en Sinaloa sirven para rellenar chiles y en la Baja California se preparan a la parrilla.
Hay otros mariscos de mérito, como los ostrones, la negra y dulce almeja pata de mula o langostas de buena estirpe.
De Veracruz hacia el sur se deja notar la influencia de la cocina caribeña. En sus comedores florecen los cebiches, receta que alcanza su máximo esplendor en Colima, donde se aplican a la carne firme y sabrosa del pez vela, dando vida al cebiche colimense; sin olvidar los tacos de pez vela con tomate.
El róbalo (protagonista del pescado zarandeado de Jalisco, a la parrilla de carbón), el huachinango (pargo) el cazón, el pez sierra, el pulpo o los calamares son especies comunes a muchas aguas del país.
No hay que olvidar propuestas tan genuinas como la jaiba (cangrejo de color azulado) de Veracruz, el pámpano, muy abundante en la Baja California y en Oaxaca (donde se rellena con papas y cebollas y se asa a la papillote), y el catán, también llamado pejelagarto, cuya carne tersa y sabrosa lo convierte en una de las especies marinas más populares.
La pesca abunda, además, en los lagos, donde se captura la carpa (hay que probar la carpa rellena de Morelos, guisada, después de envolverla en hojas de maíz), o el blanco de Paztacuaro, un pescado singular que habita el lago de Paztacuaro y suele servirse frío.